By Madison Rowley

Abstract

Project Description

The COVID-19 pandemic has created lasting effects on the learning, social skills, and mental health of students. This essay provides a look at the current mental health challenges that students are facing by analyzing the consequences of the COVID-19 pandemic in the educational system. Elementary, middle, and high schools across the country have worked to find solutions to better support students, but have often encountered issues with limited resources for students and finding the most effective ways to help them.

This essay was written over the course of a semester during my Advanced Spanish Composition class, taught by Max Ubelaker Andrade. After hearing from educators about the increase in mental health challenges among students in the years since the start of the COVID-19 pandemic, I was interested in investigating this topic and its influence in education. By using educational reports, research studies, articles, and an original interview with a current educator, I was able to compose an essay that aims to provide insight into the negative consequences that the pandemic had on the mental health of students. While schools across the country have actively worked to address these problems, many students are in need of additional resources and support.

La pandemia y la salud mental de los estudiantes

Introducción

La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto grave en la salud mental de los estudiantes en los Estados Unidos (Peetz par. 2). Según el cirujano general de los Estados Unidos en 2023, la salud mental de los jóvenes representa la crisis de salud pública más sobresaliente en todo el país (Peetz par. 2). En las escuelas, los educadores y otros profesionales están viendo las consecuencias de la pandemia todavía en la primavera de 2024. El tiempo de aprendizaje perdido es muy significativo para las habilidades académicas, pero también para las habilidades de autorregulación y desarrollo social (Mulkey pars. 1-3). Más de tres años después del comienzo de la pandemia, los estudiantes se retrasan en su desarrollo y aprendizaje. Según Human Rights Watch, “[l]a educación de los niños y las niñas se perdió en un esfuerzo por proteger las vidas de toda la población del coronavirus” (Human Rights Watch par. 18).

Este no es un problema fácil de resolver, y en los años después de la pandemia de COVID-19, las escuelas han tenido muchos retos en sus intentos de ayudar a los estudiantes con su salud mental (Walker pars. 9-12). Las escuelas en los Estados Unidos están en la mejor posición para apoyar a los estudiantes con sus problemas con la salud mental porque los jóvenes pasan la mayoría de su tiempo en las clases (Flannery pars. 1-7). Este ensayo presenta un análisis de las maneras en que la salud mental de los estudiantes fue afectada por la pandemia y sugiere algunas soluciones en el contexto del sistema de educación en los Estados Unidos.

El efecto de la pandemia en el aprendizaje

Durante los períodos de aislamiento y educación híbrida, entre 2020 y 2022, un estudio estima que los estudiantes perdieron más de un tercio del currículum anual (Betthäuser 379-81). En el estudio, los investigadores analizaron información sobre quince países y encontraron patrones indicando pérdidas de aprendizaje significativas, especialmente en las matemáticas. Las pérdidas, que fueron similares para los estudiantes de las escuelas primarias y los de las escuelas secundarias, fueron peores en las comunidades de bajos ingresos y en los países en desarrollo (Betthäuser 380-81).

Las pérdidas de aprendizaje son muy grandes porque “cuando se desató la pandemia, las escuelas estaban mal preparadas para impartir educación a distancia a todos los estudiantes de manera igualitaria” (Human Rights Watch par. 12). La pandemia fue una crisis que ninguna escuela anticipó. Los administradores y educadores necesitaban encontrar nuevas maneras para enseñar muy rápido después del comienzo de la pandemia. Los profesores no sabían cómo cambiar sus clases a ser remotas para enseñar todo el plan de estudios. También, no había investigaciones sobre el efecto de las clases remotas en los estudiantes. Human Rights Watch explica que “el cierre de escuelas provocado por el Covid afectó a los niños, niñas y adolescentes de forma desigual, ya que no todos tuvieron las mismas oportunidades, las herramientas o el acceso necesarios para seguir aprendiendo durante la pandemia” (Human Rights Watch par. 2).

Las consecuencias de la pandemia en las escuelas y las pérdidas de aprendizaje todavía existen en cada grado de la escuela (Baumgaertner par. 1). Disminuyen las habilidades de los estudiantes para lograr y sentir confianza en sus estudios, lo cual puede contribuir al desarrollo de problemas de salud mental. Los efectos son los peores para “los niños y las niñas que viven en la pobreza; los niños, niñas y adolescentes con discapacidad; las minorías étnicas y raciales de un país; las niñas de países con desigualdades de género; jóvenes lesbianas, gay, bisexuales y transgéneros (LGBT); los niños y las niñas de zonas rurales o afectadas por conflictos armados; y niños y niñas desplazados, refugiados, migrantes y solicitantes de asilo” (Human Rights Watch par. 10).

Cambios en las vidas de los estudiantes durante la pandemia

La pandemia causó muchos cambios para los jóvenes. Exacerbó muchos problemas y desigualdades preexistentes. El aislamiento de la pandemia fue un tiempo de miedo e incertidumbre, con consecuencias que están presentes todavía hoy (Human Rights Watch pars. 2-3). Muchos jóvenes perdieron miembros de la familia y sufrieron eventos traumáticos. Otro problema que la pandemia afectó fue la falta de vivienda. En 2023, la taza de la falta de vivienda en los Estados Unidos subió más de 12%, el mayor aumento desde 2007 (DeParle par. 2). Esto afectó las vidas de muchos estudiantes en el país. En 2022, hubo un número récord de estudiantes sin hogar en la ciudad de Nueva York. Más de 110,000 jóvenes de las escuelas públicas en Nueva York estaban sin hogar—aproximadamente uno de cada nueve estudiantes (Closson par. 1). Esta estadística incluye jóvenes que viven en refugios, hoteles, y las casas de sus familias extendidas.

La falta de vivienda impide ir a la escuela y sacar notas buenas. En la ciudad de Nueva York, más del 75% de los estudiantes sin hogar estaban detrás del nivel apropiado en sus habilidades de leer en el año 2023 (Closson par. 25). La falta de vivienda influye en la salud mental de los estudiantes porque ellos se sienten estresados, ansiosos, y deprimidos con más frecuencia que otros estudiantes. No pueden fácilmente enfocarse en el aprendizaje. Los estudiantes sin hogar tienen un gran riesgo de abandonar la escuela, porque hay muchas desventajas que hacen que sea más difícil ir a la escuela y completar sus tareas.

Cambios en el comportamiento de los estudiantes

Durante la pandemia, los niños no tenían las mismas oportunidades que antes para estar con sus compañeros y aprender sobre el comportamiento apropiado para su edad. Por eso, la pandemia ha tenido un grave impacto en el desarrollo social (Mulkey pars. 1-3). Un ejemplo de cómo el comportamiento de los estudiantes ha cambiado es el aumento de comportamiento agresivo y violento en los estudiantes. La organización National Education Association en los Estados Unidos explica que el número de veces que los profesores han visto a los estudiantes golpear a otra persona, destruir materiales en las salas de clases, gritar, e intimidar o amenazar otros ha aumentado en los últimos tres años (Álvarez pars. 7-8). Estas instancias de violencia ocurren entre los estudiantes, pero los profesores han sido víctimas de las acciones violentas también. Este tipo de comportamiento agresivo interrumpe las clases y causa miedo para los educadores y los otros estudiantes (Álvarez pars. 1-8).

El acoso escolar es un problema muy serio que se relaciona con la agresión. El acoso escolar incluye acciones repetidas de tratar de intimidar o herir a otra persona. Según una encuesta de Boys & Girls Clubs of America, durante 2022, 40% de los jóvenes en las escuelas primarias y secundarias dijeron que fueron víctimas del acoso y 18% dijeron que fueron víctimas del ciberacoso (Boys & Girls Clubs of America). La experiencia de acoso tiene efectos negativos en el bienestar de los estudiantes. Unicef explica que “una situación de acoso prolongada y sistemática, tanto en niños como en adultos, puede llevar a desarrollar cuadros de estrés agudo, ansiedad, depresión, sentimientos de aislamiento e inadecuación, pobre autoconcepto, falta de autoestima, desarrollo de una visión del mundo distorsionada y otros problemas emocionales y cognitivos” (Lopez de Turiso Sánchez par. 13).

Los efectos del acoso y otras acciones violentas en las escuelas son muy significativos, pero no tienen soluciones muy claras o fáciles. Los educadores explican que muchas veces no hay tantos recursos para resolver los comportamientos problemáticos de los estudiantes porque no tienen suficientes profesionales dedicados a estos problemas (Lopez de Turiso Sánchez pars. 24-28). También, con el aumento de casos del comportamiento violento, los profesionales necesitan trabajar con más estudiantes. Muchas veces, los educadores aprenden que el comportamiento violento de los estudiantes es resultado de otros factores, como eventos significativos en sus vidas o sentimientos intensos. Es difícil disciplinar a los estudiantes en maneras que no van a empeorar el comportamiento (Álvarez par. 16). Todas las situaciones de agresión son diferentes, entonces no hay planes simples para solucionarlas.

Según Unicef, las intervenciones más efectivas contra el comportamiento agresivo son las que utilizan muchas personas y recursos. El apoyo que viene de los múltiples actores sociales es necesario para disminuir el número de acciones violentas y crear un ambiente escolar más positivo. Unicef expresa que, “[…] el papel de toda la comunidad educativa es fundamental: implicar a padres, madres, al alumnado y al personal no docente nos permitirá generar el entorno de confianza necesario para reconducir situaciones que puedan desembocar en acoso, así como otras formas de violencia escolar” (Lopez de Turiso Sánchez par. 26). Una comunidad de apoyo es necesaria para mejorar el clima de las escuelas y las relaciones entre los estudiantes. Es importante para la seguridad y salud mental de los estudiantes y educadores.

La salud mental de los estudiantes

Aunque las escuelas han regresado a la estructura “normal”, según una investigación de National Education Association, muchos estudiantes de los Estados Unidos están viviendo en un estado de crisis de salud mental (Flannery par. 8). Según Centers for Disease Control and Prevention, en marzo de 2023, 42% de los estudiantes en las escuelas secundarias informaron sobre estrés y ansiedad intenso (Walker par. 9). Este es un aumento de 50% de 2011. También, Centers for Disease Control and Prevention encontró que aproximadamente 60% de las niñas y 70% de los estudiantes que se identifican como parte de la comunidad de LGBTQ+ en las escuelas secundarias informaron sobre sentimientos frecuentes de tristeza y desesperanza, un aumento de 50% del año 2011 (Walker par. 9). La frecuencia de síntomas de la salud mental negativa ha aumentado en todos los grupos de estudiantes dentro de las categorías de género, raza y identidad usadas por el estudio (Centers for Disease Control and Prevention 62).

Sinikka Savukoski-Syring es una maestra de español en una escuela secundaria en Acton, Massachusetts. Cuando la entrevisté, ella dijo que ha observado el aumento en sus clases:

Lo que vemos en la escuela es que los estudiantes tienen más ansiedad y depresión. Cuando conseguimos información de los estudiantes al principio del año por sus IEPs/504s hoy en día hay más casos de ansiedad y depresión que tienen efectos en la educación de los estudiantes. En la clase de español por ejemplo vemos que los estudiantes tienen mucha más dificultad al hablar enfrente de otras personas.

Una encuesta explica que en 2022, tres cuartos de los padres en los Estados Unidos creyeron que su hijo necesitaba terapia u otros servicios para su salud mental (Flannery par. 10). En comparación con datos de años anteriores, la encuesta muestra un aumento significativo en el número de padres preocupados por el bienestar y salud mental de sus hijos que identifican la necesidad de intervenciones terapéuticas. No obstante, más de la mitad de los adolescentes con problemas de salud mental, como la depresión, no recibieron terapia u otros servicios en el año pasado para ayudarlos (Flannery par. 14). No recibieron ayuda por muchas razones. Algunos adolescentes no tuvieron acceso a los servicios, no pudieron pagar servicios profesionales, no sintieron que el apoyo profesional cabía dentro de sus normas culturales, o se sintieron avergonzados sobre su salud mental y no quisieron hablar con alguien.

Un informe de Child Mind Institute de 2021 explica que menos de la mitad de las escuelas en los Estados Unidos se sentían preparadas para ayudar a sus estudiantes con su salud mental y otros problemas emocionales (Osgood et al. 17). También, solamente 51.8% de las escuelas en los Estados Unidos dan evaluaciones de la salud mental a sus estudiantes (Walker pars. 9-11). Estas estadísticas indican una necesidad para más recursos como trabajadores sociales, terapeutas, enfermeros, educadores especiales, y programas especiales,

La financiación de recursos por la salud mental en las escuelas

Desde 2021, las escuelas en los Estados Unidos han recibido la financiación por The American Rescue Plan (ARP) y The Bipartisan Safer Communities Act (Walker par. 16). Estos programas han apoyado su capacidad de ayudar a los estudiantes con su salud mental. La financiación ha permitido muchas escuelas desarrollar sus programas y recursos para la salud mental (Walker par. 16).

Sin embargo, muchas escuelas en los Estados Unidos necesitan más financiación que estos programas proveen para tener suficientes recursos de salud mental para sus estudiantes. En distritos escolares cambios de financiación han causado la eliminación de puestos. Muchas veces, estas posiciones incluyen consejeros, terapeutas, o trabajadores sociales de la escuela, los profesionales que se dedican a ayudar a los estudiantes con problemas de salud mental (Walker pars. 1-12). Estos recortes impiden el acceso a ayuda para los estudiantes. También, complican los trabajos de los profesionales de la salud mental en las escuelas porque aumenta el número de estudiantes por los cuales son responsables. Con recortes, muchas veces los profesionales de la salud mental tienen que viajar a escuelas distintas para ayudar a muchos estudiantes, en vez de solamente trabajar en una escuela con el mismo grupo de estudiantes cada día (Walker pars. 18-25). Con frecuencia, la situación depende de los recursos del estado, y del distrito específico.

Un artículo de la Asociación Nacional de la Educación explica que un distrito escolar en West Virginia tuvo que despedir a nueve trabajadores sociales en abril de 2023. Después de este corte, el distrito solamente tiene un trabajador social para todos los tres mil estudiantes en el área (Walker pars. 1-7). Con solamente una trabajadora social en el distrito, los estudiantes no tienen muchas oportunidades para hablar con ella sobre sus problemas. La trabajadora social tiene que viajar entre muchas escuelas y no puede pasar mucho tiempo en cada escuela para ayudar con los estudiantes que la necesitan (Walker pars. 1-7).

Estrategias para apoyar la salud mental de los estudiantes

La crisis de la salud mental de los jóvenes es un problema complejo porque hay muchos factores que afectan las vidas de los jóvenes. Las escuelas son lugares de importancia fundamental para los estudiantes, pero va a ser necesario responder a la crisis con más apoyo. Muchas escuelas han implementado programas sobre el bienestar para ayudar a la salud mental de los estudiantes y sus habilidades para lograr en sus actividades educativas. Según la Fundación Botín, una organización educativa, “[d]iferentes investigaciones aseguran que la emoción y la cognición son inseparables, es decir, que las emociones influyen en la capacidad de razonamiento, en la memoria o la toma de decisiones,” (Fundación Botín par. 1). Los estudiantes no pueden aprender eficazmente cuando no existe el bienestar emocional.

La instrucción sobre el bienestar, o Social Emotional Learning (SEL), debe incluir un enfoque en la formación de relaciones positivas entre los estudiantes y con los profesores. Las amistades y relaciones buenas ayudan a los estudiantes a sentirse bienvenidos y aceptados en las aulas. Las aulas deben ser lugares sociales que enseñen a los estudiantes a comunicar y relacionarse. Según Savukoski-Syring, “[…] las escuelas están haciendo mucho para apoyar a los estudiantes. Están educando a los maestros con estrategias para usar en las clases o diferentes maneras de construir lecciones. Es importante continuar construyendo comunidad en las clases y la escuela también porque sabemos que tener relaciones fuertes les ayuda a los estudiantes sentirse más cómodos y conectados y que esto puede ayudar el aprendizaje” (Savukoski-Syring).

También, las clases sobre el bienestar tienen el poder de apoyar a los estudiantes en el desarrollo de una imagen positiva de ellos mismos. Actividades e instrucción sobre los conceptos de empatía, conciencia emocional, autocontrol y automotivación contribuyen a los sentimientos que un estudiante tiene sobre sí mismo y sus compañeros de clase (Fundación Botín par. 10). La Fundación Botín explica que es importante que los profesores reciban feedback de los estudiantes para apoyar el bienestar en las aulas. La reflexión puede ayudar a los estudiantes y los profesores a pensar sobre el uso de las habilidades de las lecciones del bienestar emocional. La Fundación Botín expresa que “[l]o que sucede en el aula es determinante para la percepción que tendrán de su entorno y esto se verá reflejado, posteriormente, en la forma en la que estos interactúen con el mundo,” (Fundación Botín par. 12). Con el feedback de los estudiantes, los profesores tienen la oportunidad de crear espacios de comunicación y respeto mutuo en las aulas en vez de espacios de premios, castigos y disciplina. Pueden empoderar los estudiantes a expresar sus ideas e implementar cambios para beneficiar todos.

La salud mental negativa de los estudiantes es un problema muy importante en los Estados Unidos que requiere más atención. Las escuelas han tomado muchas acciones para apoyar a los estudiantes, pero los jóvenes todavía están viviendo en un estado de crisis con su salud mental. Las escuelas deben continuar a implementar programas enfocados en el bienestar de los estudiantes. Los educadores deben hacer investigaciones continuas sobre la salud mental de sus estudiantes para adaptar estos programas a ser más beneficios para su población específica. También, es importante que la accesibilidad de los profesionales de la salud mental, como los consejeros y trabajadores sociales, aumente en las escuelas. Es necesario ayudar a las generaciones futuras para ser saludables, felices, y exitosas, y para disminuir las consecuencias de la pandemia.

Obras Citadas

Biographical Statement - Madison Rowley

My name is Madison Rowley and I am currently a junior at the University of Massachusetts Lowell. I am majoring in psychology and have minors in Spanish and education. In the future, I hope to enter a career related to counseling and teaching where I can have a positive impact on the lives of others.